El mal-llamado «Caso Tito» es algo que lleva en boca de los levantinistas desde el pasado mes de septiembre y pese a que han surgido distintas informaciones lo único que hemos sacado en claro a día 1 de abril de 2019 es que todavía no se sabe quién llevará a cabo la planificación deportiva del próximo curso.
Según a quien leas o escuches tratarán de convencerte de que una idea es mejor que la otra, llámese renovar a Tito, poner a Helguera o váyase usted a saber. Lo que es evidente es que lo que debería ser una «comunión» a la otra de trabajar, se ha convertido en una carrera de fondo donde cada uno trata de ver quién la tiene más larga y queda mejor delante de «los que mandan». Irónico eso último, ¿no? Sinceramente yo ya no tengo claro quién es el que toma las decisiones, pero desde luego los de traje, corbata y canapés son los que más han salido ganando: renovados 5 años más. Muy bonitos los vídeos, por cierto.
Ahora resulta que determinados consejeros están en contra de la continuidad de Tito y no precisamente por malos resultados, eso mejor lo debatimos otro día, sino porque al parecer el señor Vicente Blanco tiene la «mala costumbre» de querer hacer su trabajo por cuenta propia y no le gusta que ciertos mandatarios vayan a «recomendarle» hacer negocio con según qué representantes. De ahí que más de uno haya propuesto el regreso de Manolito Salvador, se ve que no tuvieron bastante poniéndose las botas el año del descenso.
Sí, damas y caballeros, tenemos al enemigo en casa. Claro que esto es fútbol y que todo depende de que la pelotita entre o no, pero ya me dirás qué fundamento tiene el boicotear fichajes, anunciar negociaciones todavía sin cerrar o filtrar que un canterano se va al máximo rival la semana que el Director Deportivo concede entrevistas. Y lo que es peor, ¿Acaso alguien hace algo por evitar todo esto? En esto se ha convertido el Levante Unión Deportiva: mandan unos y nos jodemos todos. Mientras, el presidente, principal valedor de la continuidad de Tito y quién, a priori, es el que toma las decisiones, guardando silencio y sonriendo a la cámara. Y yo me pregunto… aquí, ¿quién manda?
El Mos del Fotut 